Entre la guerra y la paz, siempre los inocentes.

La madrugada del 16 de Enero de 1.991 el cielo se volvio incandescente. El cielo verde de Bagdad quedó atrapado en una telaraña de hilos de metralla que viajaban hacia el espacio: En lo alto miles de aviones cada vez mas rapidos, cada vez mas efectivos, tenian como efectivo acabar con el expansionismo de Saddam Hussein. Una vez más la humanidad estaba en guerra.
MIles de toneladas de explosivos; 4.000 ; 8.000; 20.000...incursiones aereas: El primer cohete Scud hizo impacto en Israel . Nadie delata sus muertos; esta es una guerra sin ellos. Los antimisiles Patriot son lanzados una y otra vez para detener los cohetes de la muerte dirigidos hacia el Estado judío.
Algunos burlan a sus enemigos y caen en Tel Aviv o Haifa: El mundo asiste azorado a tamaño despliegue de violencia. La television , ese show inteminable en 20 pulgadas, muestra lo que le dejan mostrar.
Alguien - tal vez muchos - repara en un diminuto detalle que nuestro compañero Jorge Pandini describió así : " Entre los escombros había un hombre que se resistia a ser atendido. Casi obsesivamente se aferraba a algo que las camaras no mostraban con claridad. Una aproximacion de la lente permitio develar el secreto. Aquello que el hombre abrazaba como a su propia vida era su perro; el lazo que los unia era tan profundo , que ni un misil los pudo separar ".
Nadie lo cuenta, pero es posible imaginar los gritos desgarradores de dolor de los heridos, los llantos inconsolables de aquellos que - arrodillados- no logran consuelo junto a sus muertos, y entre ellos , sepultados por toneladas de escombros, cuantos perros habran de menear para siempre su cola ante la alegre visión de la llegada del amo.
Aunque no nos gusten las analogias, la psicologia humana llama a estas situaciones, neurosis traumáticas , es decir , aquellas en la que los síntomas aparecen consecutivamente a un choque emotivo, generalmente ligado a una situacion en la que el sujeto ha sentido amenazada su vida.
Michael Kuli, un periodista de la Agencia Reuter que tuvo la idea de estudiar le caso en el Líbano, determino por ejemplo, que las veterinarias debian de reponer constantemente sus stocks de tranquilizantes cuando Beirut era un campo de batalla.
O bien supo de dueños que daban whisky a sus perros para que pudieran dormir.
Lo cierto es que cuando "las bombas de racimo" estan por lacerar lo que el mismo hombre construyo, los perros avisan a sus amos, gracias a su fantastico oído, que en unos minutos más comenzara la lluvia de la muerte. Pero a ellos ¿quien los salva ?
Durante todas las guerras de este siglo que expira , los veterinarios han podido comprobar que en el aspecto físico, las lesiones mas comunes en los perros son las fracturas de costillas, y llegaron a la conclusion de que tales traumatismos se los provocaban ellos mismos al chocar contra objetos duros en su desesperada carrera para huir. Otra comprobacion fue que este tipo de hecatombe les elimina por completo los deseos sexuales, y en su exasperacion aumenta notoriamente, su agresividad como medio para canalizar la tensión , de tal suerte que es habitual ver en los campos de batalla los perros se traben en feroces luchas , como único camino para descargarse . Cuando todo esto termine y el último disparo sea el tiro al aire de alegría de algún soldado que logró sobrevivir , cuando el horizonte no sea otra cosa que un montón de escombros, cuando los mutilados, ancianos y pequeños deambulen desorientados entre las ruinas buscando alimentos , a sus muertos habra que sumarles millares de animales domesticos, que dejaron de existir por su único afán de convivir con el género humano.
Muchos diran : ¿ y que importa esto cuando lo que esta en juego son vidas humanas ? Tal vez tengan razón . pero nosotros escribimos sobre perros y creimos como muchos otros, que la caida del muro , la unificacion de Alemania , la perestroika, la democratización de los paises de area oriental, el desarme y otros tanto hechos recientes nos hacia ingresar en la Era de Paz . Fue una ingenuidad.
(Nota del periodista Eduardo Tarnassi.
Martes 29 de Enero de 1991.
Diario LA Nacion )